LA POLÍTICA ECONÓMICA RESTRICTIVA HA PROVOCADO CAÍDAS DE GOBERNANTES EN EUROPA MIENTRAS LA POLÍTICA EXPANSIVA ESTADOUNIDENSE LLEVA CAMINO DE COSTARLE EL CARGO A OBAMA. ¿PUEDEN FALLAR LAS DOS ESTRATEGIAS A LA VEZ?
En una crisis económica como la actual, con recesión en el conjunto de la actividad y un elevado volumen de deuda y déficit públicos, la estrategia de salida obliga siempre a elegir entre salvar primero al Estado para que salve después al sector privado o viceversa.
La política expansiva pretende aumentar la actividad económica privada incrementando el gasto público (no cualquier gasto público, sino sólo aquel que sea productivo). Con el aumento de la actividad privada, empresas y particulares pagarán más impuestos y acabarán saneando las cuentas del Estado, que, al recaudar más, podrá reducir sus desajustes presupuestarios. Es decir, el Estado empeora su situación para salvar la actividad privada y esta actividad privada salva las cuentas del Estado.
La política económica restrictiva hace lo contrario. Primero se salva el Estado, sacrificando parte de la economía privada al cortar ayudas y subir impuestos. El Estado consigue ajustar sus cuentas y presentar presupuestos creíbles en los mercados de crédito. De esta manera paga una menor prima de riesgo. El consumo interno cae y sobreviven las empresas líderes y orientadas hacia el mercado exterior, es decir, exportadoras. El Estado, en esas circunstancias, consigue dinero con el que empezar a potenciar de nuevo la economía privada, en la cual ya no queda nadie débil y el gasto público puede ser más fácilmente rentabilizado. Es decir, el Estado se sanea, sacrificando el sector privado de la economía y después lo relanza cuando consigue crédito a buen precio.
Ambos sistemas dependen de que, efectivamente, el Estado consiga generar crecimiento y, sobre todo, empleo cuando empiece a aumentar el gasto público. Para ello, incentivará el crecimiento de aquellas actividades económicas más productivas y las empresas generarán valor añadido, riqueza y empleo. El problema de que ninguna de las dos políticas descritas funcione puede estar aquí.
En la revolución en la que vivimos y en la entrada de la era digital, muy pocas empresas de las que hasta la fecha han venido funcionando, se atreverían a aumentar el número de plantas industriales, de locales de distribución y de personal empleado. La adaptación al mundo digital, la aparición de Internet y las Redes Sociales, y la entrada en escena de economías emergentes obliga a invertir en innovación. Incluso en reinvención del negocio. No es, pues, momento de dar más de lo mismo en la economía.
Por ello, pensamos que es el momento del liderazgo, de sacar lo mejor de las personas, de convencerles de que tienen ante sí la oportunidad de cambiar sus vidas para siempre. Porque las empresas ya no son lo que eran como generadoras de empleo. El empleo ya no va a venir a nosotros. Ahora hay que salir a buscarlo o incluso crearlo.Todos partimos del mismo punto a día de hoy. Hay que dominar idiomas y redes sociales y pensar y buscar ideas y deshacer todo para volverlo a montar. Pero sin duda, el esfuerzo tendrá su recompensa.