
En sus orígenes, la palabra mercado representaba el lugar físico donde se concentraban todos los que ofrecían mercancías. Allí se intercambiaban los diferentes productos de forma física y no se realizaban transacciones fuera de allí. Al terminar de "mercadear", cada cual se iba a su casa y subsistía con sus víveres hasta el siguiente día de mercado.
Esta situación cambió cuando mejoraron las comunicaciones. En ese momento, cuando las distancias de horas se convirtieron en unos pocos minutos, cada productor de bienes organizaba su establecimiento de modo que pudiera atender en él a los compradores que venían a visitarlo. En ese momento, el mercado dejó de ser un lugar físico concreto.

El cambio definitivo se da con la llegada del "mercado virtual". En él, la ubicación física de un producto deja de ser un condicionante para su comercialización. El idioma condiciona más, pero también es salvable virtualmente. La distancia es la de un "click" en cualquier transacción. El número de posibles transacciones se multiplica exponencialmente.
Con la llegada del "mercado virtual" (Internet, webs 2.0 y redes sociales) se requiere estrategia, porque nadie iría a una feria de un millón de expositores sin haber pensado antes a quién quiere visitar. En ese trabajo estratégico estamos todos hoy. Y, sin duda, las posibilidades de todo lo que podemos hacer con el mismo son enormes. Los primeros en llegar a él fueron los bancos y la liaron buena con el problema de las "subprime", pero aprendiendo de los errores, la humanidad tiene un gran porvenir por delante gracias, en parte a estos instrumentos.
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