Estando de vacaciones en el Puerto de Santa María en Cádiz conozco un tipo que pone copas en un pub (luego resultó ser el dueño) y que habla cinco idiomas. Amigo de viajar y de buscarse la vida, además del castellano y el catalán, su lengua materna, afirma que llega a pensar en inglés y además habla francés e italiano.
Un hombre muy apto para la globalización, algo de lo que ya hemos hablado aquí. Como a esto de los idiomas se le coge pronto el gusanillo, le preguntamos qué lengua recomendaría él estudiar cuando se domine el inglés. Lo tiene claro, el chino. Lo dice sin titubear. Pero a mí se me ocurre que el chino no lo vamos a necesitar aquí en casa hasta que no pase un tiempo y China se consolide como gran potencia mundial y sea un país desarrollado.
Hasta que China explosione económicamente, creo que sólo necesitará el chino quien vaya a China. Por otra parte, el alemán es una lengua con futuro en la Unión Europea, pero tiene un inconveniente sólo se habla en Alemania y su zona de influencia directa (Austria, Suiza y quizás alguno más). El árabe tiene futuro si finalmente se democratizan los países del Magreb, que además nos quedan cerca. Y el francés, que también es hablado en esos países te permite trabajar en Francia, Luxemburgo, Bélgica, Suiza y algún otro país.
Hasta que China explosione económicamente, creo que sólo necesitará el chino quien vaya a China. Por otra parte, el alemán es una lengua con futuro en la Unión Europea, pero tiene un inconveniente sólo se habla en Alemania y su zona de influencia directa (Austria, Suiza y quizás alguno más). El árabe tiene futuro si finalmente se democratizan los países del Magreb, que además nos quedan cerca. Y el francés, que también es hablado en esos países te permite trabajar en Francia, Luxemburgo, Bélgica, Suiza y algún otro país.

Otra cuestión importante para acercarse a los idiomas es la de tener una actitud de curiosidad en lo que a nuestro alrededor percibimos en cualquier idioma. Cada palabra de cada idioma es una extraordinaria fuente de información y debería ser capaz de atraer nuestra atención si le dedicamos un mínimo de tiempo.
Si seguimos este procedimiento, correremos el riesgo de hablar algo parecido a lo que hablaba Harrison Ford en "Blade Runner", pero es que la película está ambientada en el 2019, que al fin y al cabo... no nos queda tan lejos.